La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Orinar


Un gran peligro se cierne sobre la población masculina de este país. Pero remontémonos a los orígenes del drama. Hace siete millones de años, algunos de nuestros ancestros primates decidieron bajar de los árboles para procurarse el sustento. Al principio caminaban apoyándose sobre los nudillos, pero gradualmente adoptaron una postura más erguida, lo que les permitía una mejor observación del entorno y de sus peligros. Eso afirman los paleontólogos, aunque en mi opinión hubo otro factor determinante para un cambio evolutivo de semejante trascendencia. Me refiero al momento en que el primer homínido macho se incorporó para vaciar la vejiga. Imaginen la escena en una película de Stanley Kubrick: el mono erguido meando frente al tronco de un árbol, el resto de la tribu lanzando aullidos de asombro, las notas de Así habló Zaratustra tronando en la banda sonora. Varios millones de años después, en homenaje a aquel remoto antepasado, los hombres españoles seguimos orinando de pie. No así en otros países, especialmente en el centro y norte de Europa, donde los machos humanos han regresado a la posición sedente para realizar sus micciones. Esto, amigos, supone una grave regresión en el proceso evolutivo de la especie. Y ahora viene el aviso: existe una conspiración entre las mujeres de este país para que también los españoles nos sentemos para orinar. Ellas esgrimen razones de índole higiénica. Afirman que apuntamos mal y que después no reparamos el desaguisado. La realidad es mucho más siniestra: pretenden despojarnos de los últimos restos de nuestra virilidad. Si no actuamos con contundencia, dentro de poco la imagen del varón erguido proyectando el poderoso chorro hacia la taza habrá pasado a la historia. Todos mearemos sentados, como niñitas. Será el fin. Después, puede que ellas nos obliguen a regresar a los árboles. ¡Rebélense, camaradas! ¡Resistan!

Publicado en La Tribuna de Albacete el 1/12/2017

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