La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

domingo, 17 de enero de 2016

El cartel


Uno de los clásicos del humor que suele ofrecernos nuestro ayuntamiento es la elección del cartel de la feria, ya sea porque es un plagio, porque es un engendro, o por una combinación de ambas cosas. Este año ha tocado el plagio, o semiplagio, o «cortaypega» creativo, como seguramente lo concebirá el autor, un ciudarreleño que ha querido hacer fortuna a este lado de la frontera provincial y le ha salido el tiro por la culata (nunca debiste intentarlo, forastero). El cartel de marras era ya de por sí una birria. Pero bastó con darlo a conocer a través de los medios para que se alzaran las voces indignadas de los que están al quite de estas cosas. Resulta que la noria era esa tan famosa de Londres, la fotografía de la Puerta de Hierro había sido utilizada sin permiso de su autor y las figurillas humanas habían salido de alguna página de internet. Tal fue el revuelo que el autor decidió que su honra valía más que el premio y se apresuró a retirarlo. El resultado es que el alcalde y el concejal del área, ambos con la sonrisa congelada por el bochorno, se han visto obligados a presentar otro cartel que al parecer ya no está plagiado, pero que puede competir en sosería con el de la discordia y aun superarlo con creces. Y ahora hay quien se pregunta por qué el ayuntamiento se arriesga año tras año a que le den gato por liebre, con el consiguiente esperpento, en lugar de encargarle el cartel a un estudio de prestigio y a otra cosa. Yo pienso que es preferible dejarlo estar, y que bien empleados están los 2.000 euros del premio a cambio de unas risas y una sana conversación a la hora del café. ¡Y es que son tan pocas las alegrías que nos da el ayuntamiento!

Publicado en La Tribuna de Albacete el 15/1/2016

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