La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

viernes, 2 de octubre de 2015

El último día del verano


Esta despedida del verano astronómico que hemos disfrutado, tan tibia y soleada, mitiga la melancolía que sentimos en esta época del año. Nos consta que a partir de ahora todo ira a peor. Los días que se avecinan serán cada vez más cortos, más oscuros y fríos, y los rigores invernales nos aguardan a la vuelta de la esquina. Por eso no viene nada mal este veranillo que nos han consentido los azares de la meteorología, el consuelo de disfrutar de esta luz que posee la triste belleza de las cosas que se acaban. Hay quien me tiene por un tipo algo quejica. Hasta puede que en esta columna haya dado pruebas de ello. Sin embargo, algo que nunca me ha molestado es el tránsito de las estaciones. Es más, creo que tiene algo de reconfortante el hecho de saberse pasajero y habitante de este descomunal reloj que es nuestro planeta orbitando en torno a su estrella. La Tierra emplea 365 días, 6 horas, 9 minutos y 10 segundos en completar su giro en torno al Sol, y durante este tiempo las estaciones se sucederán como siempre lo han hecho, con independencia de los albures de la meteorología, una perfecta coreografía cósmica en la que todos estamos embarcados. En 1977, la sonda espacial Voyager 1 tomó la primera foto de la gran familia terrestre, una imagen completa de nuestro planeta y de su satélite. En 1990, la Voyager volvió a fotografiar la Tierra a 6.000 millones de kilómetros de distancia, y esta vez éramos apenas un puntito azulado sobre un fondo negro salpicado de estrellas. La terrible precariedad de nuestras vidas humanas se me antoja un hecho insignificante al pensar en estas dimensiones. Puede que la idea sea algo tonta, pero ¿saben? a mí me consuela. 

Publicado en La Tribuna de Albacete el 2/10/2015