La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Indiferencia


Acabo de comprobar que llevo ocho años escribiendo esta columna. No guardo los recortes de mis artículos, pero suelo publicarlos también en un blog de internet, lo que me permite mantener un registro de los temas que he abordado. Después de ocho años, he llegado a la conclusión de que no sé sobre qué escribir, lo que resulta incómodo para el autor de una columna semanal. Esto puede resultar difícil de creer teniendo en cuenta que vivimos en un país donde la opinión se ejerce sin moderación alguna y en todos los ámbitos de la vida, ya sea en la barra del bar o en la cola del supermercado. Basta con encender la televisión para sufrir un auténtico chaparrón de puntos de vista, y si la tarea principal del periodista consistía antes en informar, la figura predominante hoy en día ya no es la del informador, si no la del opinador profesional, lo que para mí es la variedad más insufrible del estomagante. Para más inri, en este país de nuestras entretelas no escasean los temas sobre los que rajar a gusto. Con el culebrón del movimiento independentista catalán, solamente, hay quien está abastecido para meses o años. Yo, sin embargo, parezco vivir en una especie de limbo en el que la indiferencia es la nota predominante. La pregunta es ¿qué hace un tipo como yo en la sección de opinión de un periódico? Últimamente le he dado muchas vueltas a esta cuestión. Tal vez la respuesta sea que guardarse de opinar sea una forma perfectamente legítima de conducirse. Tal vez la concentración de sinvergüenzas y gilipollas se haya vuelto tan alta que la indignación haya acabado por saturar nuestras vidas, y la indiferencia sea la única forma viable de tolerar la condición de ser un ciudadano de este país.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 9/10/2015

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