La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

domingo, 30 de agosto de 2015

Con las bragas en la mano



Llevo toda la semana dándoles vueltas a las enigmáticas declaraciones de la concejala malagueña Teresa Porras. Según esta señora, las niñas se pasaron la feria del año pasado «con las bragas en la mano para que se les secaran». Sé que Málaga es un sitio caluroso, pero no creo que la cosa llegue al extremo de que las chicas de allí tengan que airear su ropa interior por culpa del sudor extremo. Descartada esta posibilidad, todas las restantes se me figuran de contenido sexual, y no dejan muy bien parada a la juventud malagueña. No es sorprendente, por tanto, que a la señora Porras le hayan llovido las críticas por el carácter machista de sus declaraciones. Opiniones como esta no quedarían raras en boca de una octogenaria sentada en su mesa camilla, pero pronunciadas por un político quedan un tanto feas. Quizás de los representantes públicos esperamos mejor criterio y más amplitud de miras. Aunque, ay, creo que muchas veces esperamos en vano. Por desgracia, a los políticos nos les exigen aprobar ninguna oposición. Ni siquiera les dan un cursillo básico de formación para evitar conducirse por la vida como impresentables, sobre todo cuando les ponen un micrófono o un twitter delante. Los ejemplos se multiplican, pero quizás el título de padre de todos los bocazas lo ostente aquel alcalde de Valladolid que temía ser violado en los ascensores por una banda de hembras en celo. Aunque en estos casos conviene aplicar el beneficio de la duda. Al fin y al cabo, esta deslenguada concejala malagueña es la responsable del área de festejos, y puede que su único propósito fuera provocar una avalancha de visitantes a las fiestas de Málaga, atraídos por la perspectiva de una legión de malagueñas salerosas que los aguardaban con las bragas en la mano. 

Publicado en La Tribuna de Albacete el 14/8/2015

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