La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

viernes, 10 de abril de 2015

Chats


¿Quién no está hoy en día en algún grupo de whatsapp? El problema es que dichos grupos casi siempre degeneran. Los de padres de alumnos, por ejemplo, suelen convertirse en patios de vecinos donde se pone a bajar de un burro a maestros y profesores. Esta semana hemos sabido que los maestros de cierto colegio madrileño tenían un chat privado en el que se dedicaban a poner verdes a los niños y a sus padres. Alguien ha hecho una selección de los comentarios más vejatorios y los ha buzoneado por el pueblo, y ahora a los profes los quieren linchar. Esto me recuerda una ocasión en la que unos amigos y yo tomábamos café al tiempo que rajábamos apaciblemente contra unos individuos que perpetraban cierta web literaria. A los pocos días, en dicha web se citaban fragmentos de nuestra conversación aderezados con un surtido de insultos hacia nosotros. Algunas veces yo también critico y oigo criticar a mis alumnos, con frecuencia en términos poco edificantes. Incluso los padres y las madres merecen más de un comentario que en otro contexto podría considerarse ofensivo. Sé de buena tinta que los alumnos hacen lo mismo con nosotros, entre ellos y con sus familias. Me imagino que, al acabar la jornada, el policía municipal comenta con sus compañeros lo que le ha pasado con ese idiota al que quiso multar y lo cubrió de insultos. Hasta puede que los jueces y médicos despotriquen lo suyo en sus círculos de amigos (siempre sin quebrantar el secreto profesional o el secreto de sumario). Conviene separar el ámbito público del privado. A nadie se le debe negar el derecho de desahogarse en privado, entre gente de su confianza. Lo demás son cazas de brujas. Y, puestos a linchar a alguien, yo siempre me decantaría por el soplón.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 10/4/2015

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