La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

jueves, 1 de enero de 2015

Sobreviviendo


Acabo de cumplir 51 años. En estos casos uno no puede evitar hacer inventario de las pérdidas, de las cosas buenas que quedan atrás para siempre. Pero este año he decidido curarme en salud. Anticipándome al bajón del día de mi cumpleaños, decidí escribir una lista de todo aquello a lo que he sobrevivido, aunque en algunos casos las posibilidades parecían escasas. Se la brindo por si les resulta útil.
Veamos. He sobrevivido al colesterol, a los triglicéridos y al ácido úrico. Incluso he sobrevivido al dietista al que me encomendé durante el primer trimestre del año, y a su obsesión por hacerme contar calorías (cuando uno ha sido capaz de sobrevivir a los gimnasios, los dietistas son pan comido).
He sobrevivido a la chusma política, a su voracidad, a sus caprichos y a sus chanchullos, lo que me hace ser optimista. Convertido ya en un superviviente veterano, me veo incluso capaz de sobrevivir a Podemos.
He sobrevivido a mis alumnos, aunque  algunos me lo han puesto difícil. Siendo justo, también diré que en otros he encontrado todo el ánimo que necesitaba para seguir en la enseñanza (ellos saben a quiénes son, gracias, jóvenes).
He sobrevivido a la decepción y a la frustración, al miedo, a la incertidumbre y a las malas decisiones. Los días pasan veloces y no merece la pena malgastarlos en lamentos.
He sobrevivido a mí mismo, lo que como logro no está nada mal.
Puesto a pensarlo, el hecho de estar aquí escribiendo estas líneas significa que he sido capaz de sobrevivir a todo lo que habría podido liquidarme, lo que ya de por sí es un motivo para celebrar este 51º cumpleaños. Pero es de justicia reconocer que no lo habría logrado yo solo.

Publicado en La Tribuna de Albacete el 26/12/2014

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