La Ley de Murphy

La Ley de Murphy
Eloy M. Cebrián

viernes, 27 de junio de 2008

Banderas



A un buen amigo que acaba de estrenarse en la enseñanza le ha reñido el director de su instituto por ponerse una camiseta con la bandera republicana. Sin entrar en el fondo del asunto, la actitud de ese señor me parece un tanto autoritaria, con un tufillo a polvo y caspa que recuerda bastante a la escuela franquista. Pero lo más sorprendente es el argumento empleado por el buen señor. Le dijo a mi amigo que la exhibición de dicho símbolo era «anticonstitucional». Y para apoyar su aserto invocó nada menos que a D. José Bono, presidente del Congreso y, como todos sabemos a estas alturas, tercera autoridad del Estado. ¿Se acuerdan del patinazo del Ínclito de hace un par de semanas? El Congreso recibía la visita de un grupo de represaliados del franquismo. Al exhibir uno de ellos una bandera tricolor, el señor Bono le dijo que se la guardara. «La legalidad es la que marca la Constitución —explicó el Ilustre con salobreño con aplomo— y no otra, y por tanto no puedo aceptar manifestaciones que no son legales en este momento». Si Bono hubiera hecho referencia al reglamento del Congreso, tal vez su prohibición hubiera tenido algún fundamento. Al invocar la Constitución, lo único que demuestra es que para convertirse en la tercera autoridad del Estado no hace falta ser un gran jurista. Y para ser director de instituto, tampoco.
El uso y exhibición de la bandera republicana es legal según el artículo 20.1 de nuestra Constitución, donde se garantiza «la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades, sin más limitación, en sus manifestaciones que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la Ley». Y por si acaso al señor Bono y al señor director les cuesta trabajo recordar que están obligados a conocer y obedecer la ley, en el artículo 20.1 se insiste en que a los españoles se nos reconoce y protege el derecho «a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción». Y un poco más abajo, se advierte que «el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa».
Esto debería bastar, pero puesto que a algunas personas les resulta difícil recordar en qué época viven, tal vez sea necesario mencionar que ya existe jurisprudencia al respecto. En el año 2002, el ayuntamiento de Torrelodones, gobernado por el PP, obligó a retirar la enseña tricolor del chiringuito que montó IU para las fiestas patronales. Pues bien, en sentencia fechada el 15 de diciembre de 2003, la sección novena de la sala de lo contencioso administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid estimó que dicha resolución municipal era contraria al ordenamiento jurídico, en tanto que vulneraba los derechos fundamentales previstos en los artículos de la Constitución española ya mencionados.
Lamento en el alma haberme puesto así de leguleyo, pero lo la bronca que recibió mi amigo me pareció tan indignante que no tuve más remedio que indagar un poco en el asunto. El joven profesor y el viejo republicano tienen tanto derecho a lucir la bandera tricolor como a exhibir un crucifijo, el escudo del Real Madrid o una camiseta de Iron Maiden. Naturalmente, se incurre en delito si se exhibe la bandera de la Alemania nazi, la de ETA, o cualquier otro símbolo que incite al odio racial, a la violencia o a la xenofobia. Pero creo que no es el caso. Y aunque sabemos que la bandera de la Segunda República no forma parte de los símbolos oficiales del Estado, para muchos españoles representa una aspiración y una formulación ética y política, además de un modo de honrar a quienes conocieron la cárcel, el exilio o la muerte por defender libertades que hoy en día nos parecen naturales. Ni Bono ni ese director pueden invocar la ley para justificar su cacicada. Lo suyo se llama, sencillamente, intolerancia.
Yendo un poco más lejos, y centrando la cuestión en la escuela, no comprendo por qué esta manía de ser asépticos hasta la náusea, de cogérnosla con papel de fumar. ¿Tan vergonzoso es defender una ideología y hacer manifestación pública de ella? Un día, al llegar a mi instituto, me encontré con un grupo de alumnos que se manifestaban en defensa de la escuela laica y en protesta porque en un centro público se celebraran misas, como era (y sigue siendo) el caso. No tuve más remedio que acercarme y felicitarlos, no ya por la naturaleza de su protesta, sino por haber tenido el coraje de realizarla. El hecho de desterrar la ideología de la escuela convierte nuestras aulas en un espacio estéril donde sólo pueden prosperar la ostentación de marcas y cachivaches tecnológicos, la banalidad y la estupidez. La educación debe fomentar que los alumnos aprendan a pensar y no teman defender públicamente sus posturas. Y también el civismo de saber convivir con quienes piensan de un modo diferente. Eso se llama educar en la libertad. Precisamente lo que estaba haciendo mi amigo, el joven profesor, al llevar su camiseta al instituto. Salud y República, hermano.

Publicado en el diario La Tribuna de Albacete el 27/6/2008

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy buen texto, entre por casualidad cuando precisamente buscaba encargar la camiseta de republicano con el logo de matutano.
Me sorprende el nivel cultural de nuestros dirigentes o educadores. Seguro que se pensaran que la bandera del aguilucho es constitucional siendo impuesta de manera dictarial durante la epoca mas oscura de españa.
En fin cuanta mentalidad de rebaño se tendria que cambiar.